29 oct 2009

*SAN EXPEDITO y La oración, camino, puente, rio y valle del alma

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"Devoción" óleo de Philip Hermógenes Calderón

La oración

Oración en general es toda elevación de la mente y corazón a Dios; más concretamente, orar es hablar con Dios; en sentido mas restringido, orar es pedir a Dios. Por las potencias predominantes se divide en vocal y mental; por las gracias intervinientes y el modo psicológico en: ordinaria y extraordinaria.
Necesidad de orar


Sin oración, no hay nada en la vida espiritual; porque, aunque la oración no es todo es fuente de todo.

La necesidad de la oración hunde sus raíces en la nada, impotencia e indigencia esencial de la criatura y en su dependencia del Creador; nuestra carencia nos hace buscar en la "llenumbre" de Dios poderoso, sabio y amoroso, la satisfacción de todas nuestras necesidades; en la oración están en su puesto Dios y nostros. Este orden es, en parte al menos, la razón de que todo lo ha ligado Dios en la oración.




La oración mas dramática de la historia:

Adagio


La oración mas encarnada y dramática sea quizás la que elevó Jesús en el huerto de Getsemaní. Modelo de fe en la voluntad poderosa y justa de Dios.

"Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieras tú»; «¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí ese cáliz; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú»; «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya».
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Jesús en Getsemaní óleo por Carl Heinrich Bloch
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La oración como gracia plena:

Alegoría
Una oración que puede mostrar la alegría del encuentro profundo de un alma con el poder de Dios sea quizás la que elevó San Agustín de Hipona en sus Confesiones, es rica y bella

Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y ves que tú estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te buscaba; y deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo mas yo no lo estaba contigo. reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no serían. Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y fugaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro por ti; gusté de ti, y siento hambre y sed; me tocaste, y abraceme en tu paz.


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