Nuestro SAN EXPEDITO, como soldado, entregó su espada y la tornó en sacrificio por amor a Dios y en Él al mundo. El conocimiento de Dios ha producido entregas no solo en los cristianos de los primeros siglos. En la España del medioevo, San Juan de la Cruz, experimentando similar amor por Dios y en estado de Gracia escribió:
(es texto original, sin correcciones)
pues ya no eres esquiva,
acava ya, si quieres;
rompe la tela de este dulce encuentro.
¡O cauterio suave!
¡O regalada llaga!
¡O mano blanda!
¡O toque delicado,
que a vida eterna save
y toda deuda paga!,
matando muerte en vida la as trocado.
¡O lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido
que estaba obscuro y ciego
con estraños primores
calor y luz dan junto a su querido!
¡Quán manso y amoroso
recuerdas en mi seno
donde secretamente solo moras
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno
quán delicadamente me enamoras!
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